miércoles, 15 de junio de 2011

Derecho de gentes, John Rawls

Introducción:

“¿Qué clase de hombre es aquel que no intenta mejorar el mundo que le rodea?”





Ante el libro de John Rawls El derecho de gentes he pasado de algún modo por las fases establecidas ante un suceso traumático: negación, ira, depresión, aceptación ...
Cuando comencé a leerlo me sentí empequeñecida por un lenguaje abstracto ante el que me sentía insegura. Para ser intelectualmente honesta he de decir que en un principio no creía estar al nivel del libro. A medida que iba leyendo iba confirmando que para entender plenamente lo que Rawls presentaba en aquellas páginas se hacía necesario un bagaje filosófico y político del cual yo carecía (de ahí la ira). Muchas veces la lectura se hacía difícil entre otras cosas porque prescinde casi por completo de ejemplificaciones y la obra tiene un carácter fuertemente sistemático. A fuerza de perseverar en la lectura, poco a poco, las cosas iban pareciendo más claras, el texto se explicaba a sí mismo y realmente el derrotismo inicial se debía a la impaciencia: se me acumulaban en la cabeza cuestiones y desacuerdos que más tarde Rawls iba contestando o argumentando.
Rawls aborda múltiples cuestiones sin perder de vista los núcleos que les dan unidad, centrando
de este modo la discusión no en la casuística sino en los principios de los que la resolución de los casos particulares depende.
Una vez superado este primer contacto con el libro y entendiendo ya plenamente lo que éste intentaba contarme surgieron el escepticismo y el cinismo. El optimismo de Rawls se me antojaba ingenuo y utópico, no entendía qué quería decir con utopía realista, aunque ahora pienso que más bien no quería entender, realmente el cinismo es una postura muy cómoda. Nunca me he considerado una cínica, escéptica sí, pero no cínica, aun así el cinismo tiene la dudosa virtud de parecer más realista que la esperanza. Si algo ha conseguido Rawls a lo largo del libro es convencerme de que esta idea además de falsa es cobarde.
Finalmente, más allá de las críticas que he leído sobre El derecho de gentes, este libro ha supuesto para mi un reto y un consuelo, me ha parecido un trabajo intelectual honesto y comprometido, brillante y necesario. Lo único que lamento es que este tipo de escritos no se tengan más en cuenta en el mundo real.
El Derecho de gentes:

“Si no es posible una razonablemente justa sociedad
de los pueblos cuyos miembros subordinen su poder
a fines razonables, y si los seres humanos son en gran
medida amorales, si no incurablemente egoístas y
cínicos, podríamos preguntar con Kant si merece la
pena que los seres humanos vivamos sobre la tierra”
John Rawls.




Creo necesario exponer los rasgos fundamentales sobre los que se apoya el Derecho de Gentes propiamente dicho antes de centrarme en las relaciones que establece tanto con los Derecho Humanos como con la Cooperación Internacional.
La defensa de los dos principios de Rawls revive la idea del contrato social de Hobbes, Locke, Rousseau y Kant. La tradición del contrato social propone que la forma más razonable de organizar una sociedad sea aquella en que estuvieran de acuerdo por unanimidad sus propios integrantes.
Un aspecto fundamental es la segunda posición original, “se trata de un modelo de representación puesto que presenta lo que consideraríamos como condiciones justas bajo las cuales las partes, en esta ocasión representantes racionales de pueblos liberales guiados por las razones correctas, establecen el Derecho de Gentes”. Rawls nos pide imaginarnos en una situación hipotética en la que hay que escoger los principios de justicia que se utilizarán en nuestra propia sociedad a través del velo de ignorancia. Concibe esta situación inicial para reflejar la idea ética de que somos personas morales libres e iguales, capaces de cooperar equitativamente, de elegir nuestros objetivos y tratar de alcanzarlos. De modo que las características que nos distinguen no son pertinentes para decidir a lo que tenemos derecho por razón de justicia. Hay que imaginar que nuestra selección de principios de justicia se da tras ese velo de ignorancia, en el que no conocemos nuestro origen social, nuestras aptitudes naturales, nuestro sexo, raza, religión ni principios morales. No sabemos si ha habido circunstancias naturales y sociales fortuitas que hayan intervenido a nuestro favor. Al pensar tras ese velo de ignorancia, dejamos de lado lo que nos distingue y sólo nos concentramos en lo que tenemos en común como personas morales libres e iguales.
Para entenderlo, hay que imaginar la necesidad de escoger principios para la sociedad de la que uno forma parte en condiciones de extrema ignorancia. No se sabe qué persona será uno, pero habrá que vivir con los principios que se escojan. Así que se querrá garantizar que la sociedad sea aceptable para todos.
"En la justicia como equidad los hombres aceptan compartir su suerte. Las instituciones se crean para aprovechar los accidentes de la naturaleza y la circunstancia social sólo cuando sea en beneficio de todos."
Como ya he dicho en la introducción El derecho de gentes suscitó muchas críticas. Algunos de los críticos de Rawls afirmaron que la justicia internacional debería exigirles a las sociedades algo más que lograr un mínimo aceptable de decencia. Concluyeron que El derecho de gentes es una decepcionante concesión al relativismo cultural. Pero Rawls no estuvo de acuerdo. La tolerancia es un valor político fundamental: gracias a ella, los principios básicos de la cooperación internacional se vuelven aceptables para los distintos pueblos, que tienen "instituciones e idiomas, religiones y culturas distintivas, así como una historia propia y diferente", y no todos están de acuerdo con una visión liberal de la vida política. Al reconocer una gama de diferencias razonables no se está haciendo concesión alguna, sino acatando nuestras convicciones éticas más profundas.
“Los Aristófanes de este mundo —sin mencionar a los Maquiavelos— inevitablemente criticarán la filosofía por estar en las nubes o taparse los ojos. John Rawls lo sabía, y en uno de sus últimos ensayos reconoció que su obra les podría parecer "abstracta y simplona" a algunos lectores. Pero concluyó: "No me disculpo por ello."”
Rawls es “liberal”, en el sentido que se da usualmente a dicho término en los Estados Unidos: una postura política que subraya la defensa de los “derechos civiles” y solicita una participación activa del gobierno en cuestiones económicas, reconociéndole un papel importante en la regulación del mercado y la redistribución de la renta, a fin de crear las condiciones que garanticen una mayor justicia social. Frente a la concepción del realismo político, pragmatista y receloso; la tradición liberal posee una visión más bien optimista de la realidad internacional y confía en que es posible conducir las relaciones internacionales de manera pacifica en un entorno de cooperación y de mayor integración económica y social entre los diversos actores internacionales.
El liberalismo puede concebirse en dos formas según Rawls: como teoría general de la vida o como pensamiento político. Una filosofía liberal de la vida hace énfasis en la importancia de la opción personal autónoma como guía para la conducta del individuo. El liberalismo moral, como el profesado por Immanuel Kant y John Stuart Mill, sostiene que no vale la pena vivir sin opciones morales, y le resta importancia a la tradición, la autoridad y los textos religiosos en las opciones de vida, opción con la cual, por otra parte, estoy totalmente de acuerdo, el espíritu de la Ilustración. El liberalismo como perspectiva política no hace afirmaciones tan rotundas sobre la base de las decisiones personales. Más bien se compromete (entre otras cosas) con la garantía de las libertades individuales y políticas básicas, a través de un proceso democrático y un sistema de derechos individuales con unas fuertes instituciones que lo apoyen. Pero ese sistema político puede ser adoptado por ciudadanos con posiciones muy diversas respecto a la importancia de la opción, la tradición, la autoridad y los textos como guía para la conducta personal de ahí la importancia del velo de ignorancia que va más allá de todas esas circunstancias contingentes.
Sin entender el liberalismo que Rawls defiende no se puede pretender entender el Derecho de Gentes en su plenitud ya que entre otras cosas uno de los tipos de sociedad que puede formar parte de la sociedad de pueblos se apoya en estos principios y aunque Rawls no pretende que toda sociedad llegue a ser liberal deduzco de la lectura que si considera algunos de los principios de ésta si que son fundamentales en cualquier sociedad digna de pertenecer a la sociedad de pueblos, como por ejemplo unos bienes y derechos mínimos que permitan a los individuos una vida digna o la fortaleza de las instituciones.

Por su parte El derecho de gentes va más allá de la idea de justicia dentro de una sociedad formada por individuos y grupos aunque se basa en muchos de los principios que Rawls empleó para su teoría de la justicia. Si se quieren superar los planteamientos individualistas y unilaterales, si se quiere traspasar la idea de justicia y decencia no sólo a una sociedad determinada sino a una Sociedad de Pueblos en convivencia como en nuestra realidad de hecho ocurre y tener en cuenta a las generaciones futuras, la salud y la educación pública, también habrá que superar la referencia a las fronteras nacionales, o a una determinada tradición o cultura particular. El derecho de gentes se centra a partir de la posición original en la convivencia entre los pueblos.






La cuestión que Rawls nos plantea en El derecho de gentes es ¿cómo construir una sociedad de sociedades?, ¿cuales pueden ser las bases de una futura Sociedad de los Pueblos? El Derecho de Gentes considera que es posible construir un nuevo orden internacional, razonablemente justo regido por el Derecho de Gentes, el cual surge de una concepción política liberal por analogía con las sociedades domesticas liberales.
“Por derecho de gentes entiendo una concepción política particular de la equidad y la justicia que se aplica a los principios y a las normas del derecho internacional y su práctica”.
Es decir, en este libro Rawls afronta con esperanza una de las cuestiones más importantes de nuestro tiempo, una cuestión inherente al ser humano, la que se ocupa de la convivencia entre los hombres de distintos credos, razas y culturas, e intenta dar una solución para la misma. Más que una solución, un sistema, un modelo de convivencia basado en posibilidades y en realidades ya existentes.

Rawls nos presenta la Sociedad de Pueblos como una “utopía realista”:
“...el pluralismo razonable limita lo que es prácticamente posible aquí y ahora... El problema consiste en que los límites de lo posible no vienen dados por lo real porque, en mayor o menor grado, podemos cambiar las instituciones políticas y sociales, y muchas otras cosas. De ahí que tengamos que apoyarnos en conjeturas y especulaciones, y esforzarnos en sostener que el mundo social que soñamos es factible y puede existir realmente, si no ahora, entonces en un futuro más feliz”.
A mi juicio, sobre esta afirmación se apoya toda la teoría posterior que explica el Derecho de Gentes y del mismo modo, el sentimiento que se desprende de ella es una de las bases naturales de los Derechos Humanos y en el pacto social. Sin la esperanza en la posibilidad de que el ser humano puede cambiar su propia realidad, como de hecho lo hace, los Derechos Humanos, el concepto de pacto social o incluso de la democracia serían una mera utopía con la que fantasear, sin embargo son un objetivo a alcanzar.
Rawls sostiene que un Derecho de Gentes razonablemente justo es utópico en cuanto emplea ideales , principios y conceptos políticos y morales. Y es realista en cuanto estos principios y conceptos políticos resultan funcionales y se pueden aplicar a los arreglos políticos concretos y a las relaciones de cooperación que existen entre los pueblos entrando dentro de lo posible. El derecho de gentes, en definitiva, extiende la idea del contrato social a la sociedad de los pueblos y establece los principios generales que pueden y deben ser aceptados por sociedades tanto liberales como no liberales, los pueblos jerárquicos decentes, como norma general para sus interrelaciones. En concreto, el texto traza una distinción crucial entre los Derechos Humanos básicos y los derechos de los ciudadanos de una democracia liberal constitucional.
También explora los términos según los cuales una sociedad de este tipo puede combatir a otra que no se atenga a esos principios y debate los fundamentos morales que deberían regir la prestación de ayuda a determinadas sociedades no liberales sometidas a condiciones políticas y económicas claramente desfavorables.






El Derecho de Gentes surge del consenso público al que llegan los representantes de los pueblos en el ejercicio pleno de su libertad e igualdad y sobre la base de una concepción política liberal de la justicia, en una segunda posición original, donde cada uno depone sus
intereses particulares o sus convicciones doctrinarias comprensivas y deliberan sobre
sus relaciones mutuas como pueblos.

“...si los pueblos miembros emplean la razón pública en sus relaciones se impone la tolerancia”.

Rawls sostiene que la futura Sociedad de los Pueblos deberá sustentarse en los siguientes
principios fundamentales :

· Los pueblos son libres e independientes, y su libertad y su independencia deben ser respetadas por otros pueblos ( aunque, paradójicamente, acepta que los miembros de las sociedades decentes no sean considerados individuos libres e iguales).
· Los pueblos deben cumplir los tratados y convenios.
· Los pueblos son iguales y deben ser partes en los acuerdos que los vinculan
· Los pueblos tienen un deber de no intervención.
· Los pueblos tienen el derecho de autodefensa pero no el derecho de declarar la guerra por razones distintas a la autodefensa.
· Los pueblos deben respetar los Derechos Humanos.
· Los pueblos deben observar ciertas limitaciones específicas en la conducción de la guerra.
· Los pueblos tienen el deber de asistir a otros pueblos que viven bajo condiciones desfavorables que les impiden tener un régimen político y social justo o decente.

Sobre el principio Los pueblos deben respetar los derechos humanos, Rawls dedica un capítulo al respecto. Podemos considerar a los Derechos Humanos anteriores al Derecho de Gentes y básicos para la existencia de éste, teniendo en cuenta que las sociedades que formarían parte de la Sociedad de los Pueblos deben respetarlos para poder formar parte de dicha sociedad. La justicia, la igualdad, la decencia son atributos fundamentales implícitos en la Declaración de los Derecho Humanos. Por su parte Rawls nos explica que los Derechos Humanos establecen un paradigma necesario pero no suficiente de decencia en las instituciones políticas y sociedades del ámbito doméstico.
En el capítulo Rawls nos explica que los Derechos Humanos constituyen una clase especial de derechos urgentes y la violación de estos derechos es condenada por los pueblos los pueblos liberales razonables y por los pueblos jerárquicos decentes. Los Derechos Humanos restringen las justificaciones para librar la guerra y regulan su conducción además de establecer límites a la autonomía interna del régimen. De hecho la guerra ya no es aceptable como medio de política gubernamental y se justifica sólo en casos de autodefensa o intervención en graves crisis de Derechos Humanos.





Los Derechos Humanos tienen en el Derecho de Gentes unas determinadas funciones:

· Su cumplimiento es condición necesaria de la decencia de las instituciones políticas y del orden jurídico de una sociedad.
· Su cumplimiento es suficiente para excluir la intervención justificada de otros pueblos a través de sanciones diplomáticas y económicas o manu militare.
· Fijan un límite al pluralismo entre los pueblos.

Los derechos humanos en el Derecho de Gentes se consideran universales ya que son intrínsecos al mismo y tienen un efecto político y moral aunque no se cumplan en todo lugar. Un Estado Criminal que viola estos derechos ha de ser condenado y en casos graves puede ser sancionado y puede motivar la intervención.
Para Rawls los Derechos Humanos constituyen sólo una cierta porción de los derechos de los ciudadanos. La segunda posición original, de la que ya hablamos anteriormente, implica que las partes integrantes de una sociedad adoptarían un primer principio según el cual todas las personas tienen derechos fundamentales iguales. La adopción de dicho principio se basa en la capacidad de un sentimiento de justicia y a la capacidad de una concepción del bien por parte de los integrantes de dicha sociedad. Es una visión realmente esperanzadora y positiva tanto del ser humano como de la sociedad, no se trata de una fantasía o una visión ingenua ya que sin estos dos factores sería inalcanzable una convivencia como la que se da en ciertas partes del mundo (lo cual refleja la posibilidad real de que se lleve a cabo en otras en las que no ocurre), aunque creo necesario hacer notar que estas características que damos por sentadas en las sociedades liberales podrían encontrarse amenazadas por un individualismo creciente, irresponsable y falto de compromiso, por la desinformación y la desconexión de la población con la clase política entre otras cosas.
A mi entender la atención que Rawls da a los Derechos Humanos específicamente es más bien escasa, un par de pinceladas limitadas, al menos en el capítulo que de ellos se ocupan. Por otra parte en el capítulo 15, Sociedades menos favorecidas, aunque no trata de ellos específicamente están presentes a lo largo de todo el texto, su defensa y su promoción. Además este capítulo en particular esta íntimamente relacionado con la disciplina de la Cooperación Internacional y es especialmente esclarecedor teniendo en cuenta que entiende la cooperación de una manera más profunda y acertada en su teoría que la cooperación real en la práctica. Es muy interesante ver como Rawls detalla los objetivos de la ayuda a otros pueblos y se centra en aspectos realmente importantes que, en muchos casos, son obviados en la cooperación práctica que se lleva a cabo actualmente.
Rawls nos dice que uno de los objetivos a largo plazo de las sociedades relativamente bien ordenadas es, en cierto modo, procurar que los Estados proscritos se incorporen a la sociedad de los pueblos bien ordenados. Los fallos en los Estados proscritos suelen estar en las instituciones jurídicas y las tradiciones políticas , en la estructura de clases, en la influencia práctica de sus creencias religiosas y morales, y en sus cultura.

“Los pueblos bien ordenados tienen el deber de ayudar a las sociedades menos favorecidas”.



Esto implica que las sociedades ordenadas tienen el deber de intentar llevar a pueblos menos favorecidos unos niveles mínimos de bienestar y una serie de derechos fundamentales a partir de los cuales los individuos de estos pueblos menos favorecidos puedan optar a una sociedad más justa y decente.
Acto seguido Rawls nos explica algo que parece olvidado en muchas ocasiones en la Cooperación Internacional, parece algo obvio y necesario pero me da la impresión de que en la realidad de la cooperación no se entiende del mismo modo. En clase mencionamos este tema con un ejemplo, me refiero a “¿por qué estamos mandando sacos de arroz a lugares en los que lo más importante es la seguridad, el cese de la violencia, la igualdad de género, la posibilidad de un juicio justo o decir lo que uno opina?”.
La necesidad de una cooperación coherente, justificada y pertinente. Una cooperación apropiada y oportuna que no siempre ha de basarse en ayudas materiales o cuantificables, sino en trabajar por políticas más justas, la enseñanza y el respeto por los Derechos Humanos o el fortalecimiento de las instituciones.

“No existe receta fácil para cambiar la cultura política de una sociedad menos favorecida. La irrigación de fondos, por sí sola, parece indeseable y el uso de a fuerza está proscrito por el derecho de gentes. Pero ciertos consejos pueden ser útiles, y las sociedades menos favorecidas harían bien en prestar más atención a los intereses fundamentales...”

Después de leer en internet las páginas web de muchas de las ong más importantes una se queda con la impresión de que se ocupan de lo más aparente: “queremos acabar con el hambre, con la enfermedad, ayudar a los niños”, no quiero con esto mofarme de estas organizaciones pero parecen a primera vista objetivos algo vacuos o generales, incluso infantiles. Desde mi punto de vista intentar solucionar estos importantes problemas directamente es empezar la casa por el tejado (aunque también haya que ocuparse de ellos por supuesto) ya que son consecuencias de problemas más profundos de los que muchas veces se hace caso omiso, supongo que por intereses o por presiones que nada tienen que ver con los conceptos de cooperación y ayuda.

“Los niveles de riqueza y bienestar entre sociedades pueden variar y presumiblemente lo hacen; pero ajustar dichos niveles no constituye el objeto del deber de asistencia. Sólo las sociedades desfavorecidas necesitan ayuda. Más, aun, no todas ellas son pobres, del mismo modo que no todas las sociedades ordenadas son ricas. Una sociedad con pocos recursos naturales y económicos puede ser bien ordenada si sus instituciones políticas, sistema jurídico, régimen de propiedad y estructura de clases, con su cultura y sus creencias religiosas y morales, pueden sustentar una sociedad liberal o decente”.

A continuación transcribo un fragmento muy ilustrativo de lo que he querido decir y que, por otra parte, explica la situación mucho mejor que yo.

“Conviene advertir que la sola asignación de recursos no es suficiente para rectificar injusticias sociales y políticas básicas, aunque el dinero es, con frecuencia, esencial. Pero hacer hincapié en los derecho humanos puede contribuir a modificar tanto la inefectividad de los regímenes como la conducta irresponsable de los gobernantes con respecto al bienestar de su propio pueblo.
Esta insistencia en los derechos humanos encuentra confirmación en el trabajo de Amartya Sen sobre las hambrunas. En su estudio empírico de cuatro casos históricos muy conocidos (Bengala, 1943; Etiopía, 1972-1974; Sahel, 1972-1973; y Bangladesh, 1974), encontró que la disminución de alimentos no es por fuerza la principal causa de la hambruna y a veces ni siquiera una causa menor. En los casos estudiados, la caída en la producción de alimentos no fue suficiente para provocar la hambruna si hubiere habido un gobierno decente preocupado por el bienestar de su pueblo como un sistema razonable de beneficios sociales a través de instituciones públicas. El problema principal fue el fallo del gobierno al distribuir los alimentos disponibles. Sen concluye que las hambrunas son desastres económicos y no sólo crisis alimentarias . En otras palabras, obedecen a fallos en la estructura política y social y a incapacidad de establecer políticas para remediar los defectos en la producción de alimentos. Un gobierno que deja morir de hambre a su pueblo cuando puede evitarlo refleja despreocupación por los derechos humanos, lo que no ocurre en un régimen bien ordenado”.

De esta forma Rawls apoya mediante hechos su postura frente a la importancia de los derechos humanos y al modo de ayudar a sociedades menos favorecidas. Afirma que el énfasis en los derechos humanos permite prevenir hambrunas y hace presión para lograr una mayor efectividad del gobierno. Además nos hace una pequeña advertencia de gran importancia respecto a las sociedades de las democracias occidentales y es que en ellas también habría hambre sin un buen sistema de protección para los desempleados. Este pequeño apunte nos habla de las diferencias que unas buenas políticas pueden suponer, entre otras cosas ser una sociedad ordenada, justa y decente o un Estado proscrito o criminal. Con él también deja entrever una crítica a las propias sociedades liberales haciendo notar la importancia de su apoyo y fortalecimiento para que no se alejen del objetivo primero: el bienestar de sus miembros.

Rawls presenta una serie de principios de la asistencia basándose en la lógica y apoyándose en profundas bases políticas y filosóficas que llevadas a la práctica podrían suponer una ayuda eficaz y justa.
La tolerancia desempeña una función central. Rawls sostiene que una sociedad democrática liberal no debería exigir que todas las sociedades sean democracias liberales, mucho menos que satisfagan plenamente los principios de justicia ni concepto liberal alguno de los que él propone. "Si se exigiera que todas las sociedades fueran liberales, entonces la idea del liberalismo político no expresaría la debida tolerancia con otras formas aceptables (en caso de que existan, según supongo) de organización de la sociedad". El derecho de gentes debería reconocer como miembros en igualdad de condiciones a todos los pueblos "decentes", los que no son agresivos en sus relaciones con otros, que respetan los Derechos Humanos y promueven el bien común de todos sus integrantes. Pero estos pueblos no necesitan establecer sistemas políticos democráticos liberales. Además de insistir en que todas las sociedades protejan los Derechos Humanos fundamentales, el Derecho de Gentes les impone a los pueblos el deber de garantizar que las sociedades "abrumadas" por las circunstancias (por ejemplo, la pobreza extrema) puedan llegar a ser justas o por lo menos decentes.

“Cumplir el deber de asistencia es reconocer que la cultura política de una sociedad desfavorecida es muy importante; y que al mismo tiempo no existe una receta simple para que los pueblos bien ordenados ayuden a una sociedad menos favorecida a cambiar su cultura política y social. Creo que las causas y las formas de la riqueza de un pueblo radican en su cultura política y en las tradiciones religiosas, filosóficas y morales que sustentan la estructura básica de sus instituciones políticas y sociales, así como en la laboriosidad y el talento cooperativo de sus gentes, fundados todos en sus virtudes políticas. Me aventuro a suponer que no existe sociedad alguna en el mundo, salvo casos marginales, por escasos que sean sus recursos, que no se pueda organizar y gobernar razonable y racionalmente, y convertirse en una sociedad bien ordenada”.

Para Rawls las causas de la riqueza de un pueblo son casi las mismas que pueden suponer sus peores errores, dependiendo de cómo sean canalizadas. Podemos ver en este párrafo alguno de los motivos por los que la crítica le tachó de defensor del multiculturalismo. Personalmente la multiculturalista es una postura que no comparto y no creo que Rawls la apoye. El multiculturalismo implica aceptar todo de otra cultura por el hecho de serlo y no implica limitaciones hacia actitudes que entrañan un dudoso respeto a derechos fundamentales, no así el Derecho de Gentes, el cual establece unos mínimos para que una sociedad sea respetada, entre otras cosas. Como ejemplo la siguiente afirmación de Rawls es, a mi entender, claramente no multiculturalista: “Una religión no puede alegar como justificación que su intolerancia de otras religiones es necesaria para su propia supervivencia”. Según una de las tendencias multiculturalista sí podrían hacerse este tipo de afirmaciones. Más tarde el autor nos dice: “Si se hace a un lado la ardua cuestión de si algunas formas de cultura y de vida son buenas en sí mismas, como creo que lo son, no hay duda de que constituye un bien para individuos y asociaciones vincularse a su cultura particular y participar en la vida pública común. De esta suerte, pertenecer a una sociedad política concreta y sentirse en casa en su mundo cívico y social implica ganar en expresión en realización, lo cual no es poca cosa. Eso habla a favor de preservar un espacio significativo para la idea de la autodeterminación de los pueblos y para alguna forma de confederación o sociedad de pueblos, siempre que las divisiones hostiles entre las diferentes culturas las pueda reducir, como parece posible, una sociedad de los regímenes bien ordenados.”
Supongo que podría ser confundido por algunos con un discurso multiculturalista, personalmente no lo veo así, aparentemente parece una lógica de convivencia legítima y alejada de extremos reduccionistas.

Sin duda el capítulo 15 es de gran interés porque, además de poner sobre la mesa conceptos y cuestiones fundamentales, es uno de los pocos capítulos en los que el autor nos ofrece ejemplos concretos. Además de los planteados tomando a Sen como referencia, nos habla también de la situación de las mujeres en China. Es particularmente interesante ver en hechos reales la teoría de Rawls, se transforman así en poderosos argumentos a su favor y frente a las críticas que lo tachaban de ingenuo o soñador. Este tipo de críticas son más legítimas a mi modo de ver que las que lo tachan de defensor del multiculturalismo, ya que con afirmaciones como “buscamos un mundo en el cual habrán desaparecido los odios étnicos que generan las guerras nacionalistas” es comprensible que algunos, entre los que me encontraba en un principio, piensen en términos como candidez o simpleza. Una vez leído el libro no puedo estar de acuerdo, claro que es optimista y positivo, lo cual a veces parece constituir un pecado entre algunos intelectuales o académicos, mas no es ingenuo. Tomaré esa misma cita para ejemplificar mi postura. En primer lugar nos habla de la búsqueda de un mundo, es decir, de una realidad, no creo que utilice el término mundo en el sentido planetario del término lo cual implicaría buscar que en todas las realidades del planeta desaparecieran esos odios. Rawls nos habla de que esa búsqueda es posible en una realidad concreta, la de las sociedades ordenadas, las cuales poseen unas características especiales que pueden hacer posible ese objetivo (ya conseguido de hecho, en algunos casos a lo largo de la Historia). Por otra parte no obvia en ningún momento la existencia de los Estados criminales o de Sociedades menos favorecidas, si así lo hiciese si podríamos hablar de ingenuidad y sueños irreales.
La verdad es que el libro daría pie a innumerables debates y cuestiones (lo cual por si solo lo califica como un buen libro) y la sensación que tengo tras intentar contar que es lo que el autor quiere exponernos es que se me han quedado muchas cosas en el tintero, muchas ideas, muchas críticas, puntualizaciones y preguntas, pero por supuesto esto supondría mucho más trabajo, espacio y tiempo.

Para finalizar no encuentro mejor modo que las propias palabras de Rawls aludiendo a la cooperación entre los pueblos:

“... El trabajo del estadista hace que las relaciones de afinidad no sean una cosa fija sino que crezcan y se fortalezcan en la medida en que la gente se reúne a trabajar en las instituciones cooperativas que ha desarrollado. La característica de los pueblos liberales y decentes es buscar un mundo en el cual todos los pueblos tengan regímenes bien ordenados. A primera vista, podemos suponer que este propósito obedece al interés propio de cada pueblo pues tales regímenes no son peligrosos sino pacíficos y cooperativos. Y sin embargo, en la medida en la que avanza la cooperación entre los pueblos, unos se preocupan por otros y la afinidad entre ellos se hace más fuerte. Así ya no se mueven por interés propio sino por preocupación recíproca por el modo de vida y la cultura del otro, y están dispuestos a hacer sacrificios por los demás. Este cuidado mutuo es el resultado de sus esfuerzos cooperativos y experiencias comunes a lo largo del tiempo.
El círculo relativamente estrecho de pueblos que se preocupan los unos por los otros en el mundo de hoy se puede expandir y no se debe considerar estático. De manera gradual, los pueblos ya no se mueven únicamente por interés propio o por preocupación recíproca, si no que tienden a afirmar su cultura liberal y decente, hasta que se encuentran finalmente listos para actuar sobre los ideales y principios que les prescribe su civilización. La tolerancia religiosa ha aparecido históricamente como un modus vivendi entre confesiones hostiles y después se ha convertido en un principio moral compartido por los pueblos civilizados y reconocido por las principales religiones. Lo mismo se podría predicar de la abolición de la esclavitud y la servidumbre, del Estado de derecho, del derecho a la guerra sólo en defensa propia y de la garantía de los derechos humanos, que se han convertido en ideales y principios de las civilizaciones liberales y decentes, y en postulados del derecho de todos los pueblos civilizados.”




















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