miércoles, 15 de junio de 2011

¿Qué es lo alarmante de la risa?

-Guillermo de Baskerville: -Quiero ver el libro en griego que según vos jamás fue escrito.
Un libro dedicado a la comedia, la cual odiáis tanto como odiáis la risa. Quiero ver la que seguramente es la única copia existente del que sería el segundo libro de poética de Aristóteles.

-Venarable Jorge: -¡Ahhh Guillermo!, que magnífico bibliotecario hubierais sido. Tened, aquí está vuestro merecido premio, leedlo, ojead sus secretos, habéis ganado.

-Guillermo de Baskerville: -“Ahora trataremos el modo en que la comedia estimula nuestro goce del ridículo utilizando personajes vulgares y sus defectos y divirtiéndose con ellos”.

-Venarable Jorge: -Adelante Guillermo lee, lee.

-Discípulo de Guillermo: -Maestro tenemos que darnos prisa.

-Venarable Jorge: -Si la luz es muy débil para vos dádselo al muchacho que lo lea por vos.

-Guillermo de Baskerville: -No desearía que mi fiel discípulo pasara vuestras hojas envenenadas. No sin la protección de un guante como el que yo llevo.

(...) Jorge escapa por la laberíntica biblioteca. Mientras Guillermo habla con él en la distancia guiándose por el sonido de su voz para encontrarle.

-Guillermo de Baskerville: -Venerable hermano, hay muchos libros que hablan sobre la comedia ¿por qué os produce este tanto miedo?

-Venarable Jorge: -Porque este es de Aristóteles.

-Guillermo de Baskerville: -Pero ¿qué es lo alarmante de la risa?

-Venarable Jorge: -La risa mata el miedo, y sin el miedo no puede haber fe. Porque sin miedo al diablo ya no hay necesidad de Dios.


-Guillermo de Baskerville: -Pero no eliminaréis la risa eliminando ese libro.

-Venarable Jorge: -No, desde luego, la risa seguirá siendo la diversión del hombre sencillo, pero qué ocurrirá si por culpa de este libro los hombres doctos declaran que es permisible reírse de todas las cosas. Podemos reírnos de Dios, el mundo desembocaría en el caos. Por eso voy a sellar lo que no debe ser dicho y me convierto en su tumba.





Este fragmento pertenece a la brillante adaptación al cine del libro de Umberto Eco, El nombre de la rosa. Normalmente la sinopsis o las explicaciones sobre el argumento la catalogan como thiller de tinte detectivesco. Esto es cierto, pero dejar ahí la explicación de esta película es sesgar lo que está más allá del argumento superficial ( lo cual no quiere decir que no sea de gran calidad) de reminiscencias policíacas. Se pierde con esta básica explicación la esencia que nos habla de un tiempo histórico, de un modo de entender el mundo (soberbiamente documentado por otra parte), que no está tan lejos como podemos llegar a pensar.

A medida que la película avanza nos vamos metiendo en la opresiva atmósfera, perfectamente recreada, del año 1327. Poco a poco una va sintiéndose afortunada por haber nacido en estos tiempos, aunque muchas veces nos quejemos de ellos. Pensándolo bien no hay que ir tan atrás en el tiempo para encontrar ideologías y creencias igual de radicales y controladoras como las que pueden verse en este largometraje. Sin ir más lejos, en ciertas fracciones del el actual mundo islámico, su forma de entender la sociedad, la política y al ser humano en su día a día se asemeja mucho.

Un multiculturalista tal vez nos diría que se trata de su cultura, de su religión y que debemos respetarlo, que así como nosotros tenemos la nuestra, ellos ,aunque no nos guste, tienen la suya, e interferir es injusto, condescendiente y paternalista. Pero como yo no soy multiculturalista diré que todavía no sé muy bien qué se intenta decir hoy en día cuando se utiliza la palabra cultura, pero seguro que en ella no incluiría lapidaciones, ablaciones, burkas y demás. Yo, como no multiculturalista, llamaría a eso enquistamiento de la razón y la moral, salvajismo, retraso, etc.

Tal y como se me hace un nudo en el estómago y me parece horrible la vida en un inquisitorial 1327, lo mismo me pasa al volver la vista hacia los países donde actualmente ocurren ese tipo de cosas.
*(De todas formas es incluso más incomprensible que algo así pase actualmente).

El fragmento anterior no ha sido elegido al azar, éste hace referencia a un importante detalle que diferencia al mundo occidental y al islámico (y que también estuvo presente para nosotros durante siglos). A saber, la falta de sentido del humor. Puede parecer algo superficial, pero no lo es. Lo que dice el Venerable Jorge es cierto, sin miedo no puede haber fe, o por lo menos no puede controlarse y no se puede usar como arma para someter.

Tenemos un ejemplo de esto (de la falta de sentido del humor) en las famosas caricaturas belgas de Mahoma que tanta polémica levantaron. La que aquí podemos ver es una caricatura de crítica a la controversia de las famosas caricaturas, en la que Mahoma está dibujado mediante la repetición de la frase: Yo no puedo dibujar a Mahoma, una que genialidad que apareció en Le Monde.




Octavio Paz decía que el humor no nace con el ser humano. Que el humor es una adquisición de la cultura de la era moderna.

La palabra humor viene del latín y significa disposición biológica o temperamento, estado de ánimo, disposición del espíritu o del carácter.


El humor es una crítica que busca el ridículo de todo lo que nos rodea. Pone en tela de juicio los valores esenciales. Es desconfiado y duda de todo.

Según Freud, el Yo rehúsa a dejarse ofender y elude el sufrimiento mediante el humor, triunfando así el principio del placer. Se trata de zarandear las poses intimidatorias de solemnidad o dignidad que adopta la gente, destruirlas al sacar a la luz lo ridículo de las mismas.


“Lo cómico es todo aquello que nos ayuda a liberarnos de los miedos y preocupaciones creadas por la mente. Siempre que las leyes físicas o el orden cómico degradan las creencias o abstracciones de nuestra mente, siempre que lo natural humilla a lo sobrenatural, lo cómico hace su aparición.
En el sentido del humor lo importante es disfrutar de uno mismo, de lo que se hace o se piensa, del autoconocimiento y la autoaceptación”.


Como dice Ayaan Hirsi Ali, el islam necesita un Voltaire, es decir, una Ilustración que no llega.




“Trato de compararlo con la iglesia católica, que era como el Islam: no permitía las críticas, había que seguir sus dictámenes solamente. Poco a poco, a veces de un modo sangriento, los propios creyentes empezaron a reflexionar y a criticar, y en el siglo XX, ese proceso se completó con el desarrollo de la información y de la tecnología, y eso es lo que quiero para el Islam”, dice Hirsi Ali.


“El sentido del humor podemos adquirirlo si jugamos con nuestro propio ego y sus pretensiones, si nos tomamos en broma nuestras afectaciones, poses o personalidades asumidas, si no consideramos ciertamente nuestra hiperseriedad y si desarrollamos un sentido del auto-ridículo”.
Según Hirsi Ali el Islam debe aprender a hacer autocrítica y a reflexionar por si mismo. Pero antes de reflexionar, debe existir el “uno mismo”, y el problema del Islam es que no hay sitio para el “uno mismo”, no hay sitio para el individuo, sino masa y esclavitud, y con masa y esclavitud lo que resulta es una completa y total sumisión de la voluntad. Así es como se mantiene a la gente oprimida. Pero entontes llegamos al problema: si se acepta que el Corán es la palabra de Alá, si él mismo lo ha escrito, al ponerlo en duda resulta que pasas de la sumisión a la rebelión, Iris Ali dice que no, que de la sumisión se pasa al diálogo.

“La falta del sentido del humor parece derivarse de la actitud que nos lleva a considerar la realidad inflexible, absolutamente seria. El sentido del humor parece originarse en una situación abierta que no tiene la solemnidad impuesta de considerar todo demasiado en serio.
En cambio, la tragedia se da por una respuesta sin sentido a una situación conflictiva, en la tragedia el hombre no es capaz de dominar la situación. El conflicto trágico es fundamentalmente entre "libertad" y "necesidad", entendiendo libertad como la autonomía aparente de la que se puede hacer uso, y necesidad como un forzamiento que contradice la libre voluntad, algo así como un imperativo del destino”. Esto es justamente lo que ocurre en el Islam, teniendo en cuenta que “su propósito es Islam”, que significa llevar a los seres humanos a la sumisión a Dios y liberarlos de la servidumbre hacia otros seres humanos, de manera que ellos puedan hacerse devotos del Único Dios Verdadero. Liberarlos de las garras del señorío humano y de las leyes hechas por el hombre, de sus sistemas de valores y tradiciones, de manera que ellos reconocieran la soberanía y autoridad del Único Dios Verdadero y siguieran Su ley en todas las esferas de la vida”... parece que se toman, a ellos mismos y a su religión, bastante en serio.

“El hombre serio está convencido de que piensa las cosas tal y como son y de que son tal y como él las piensa”.




Ahora bien, en honor a la verdad hay que decir que esto no es algo que el Islam en sí mismo prohíba (el sentido del humor, se entiende), esta situación sí ha sido consagrada por la tradición.

Es verdad que el mundo islámico no tiende a reírse de la religión, pero esto ocurre sobre todo si lo limitamos organizaciones políticas que quieren pasar por movimientos religiosos. Éstas no representan al Islam del mismo modo que el partido nazi no representaba a la cultura alemana.

De hecho el Islam respetaba en su momento a los dibujantes satíricos, por ejemplo. En una ocasión el mismo Mahoma perdonó a un poeta que se había burlado de él. Además está constatado que en la literatura árabe pueden encontrarse sin problema ejemplos de "bromas" sobre la religión, en ocasiones hasta irreverentes.

Pero esos eran otros tiempos, en estos es innegable que esta apertura no se contempla y ese tipo de “bromas” saldrían bastante caras, ya que el fundamentalismo y la irracionalidad religiosa se han abierto camino y se han institucionalizado.

Tampoco quiero decir con esto que la gente que procesa el islamismo no se ría ni nada por el estilo (que con lo políoticamente correcto campando a sus anchas ua tiene que abdarse con pies de plomo). Además, es casi más preocupante de qué se ríen que el hecho de que se rían o no. Sí, se ríen, ríen teniendo en cuenta que su religión se lo permita, pero eso no implica la existencia de sentido del humor, lo cual es algo muy distinto a provocar la risa del prójimo. Como podíamos ver antes, el sentido del humor es más una actitud, una manera de enfrentarse la realidad desde y con uno mismo.

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