Escribir algo honesto, algo real, aunque sea infantil o simple, algo real. Algo tan real como lo caliente de mis lagrimas cuando me acuerdo de que debo morir. Algo tan real como el dolor que, quién sabe por qué, es lo más real de todo. Todas esas películas que nos hablan de reglas sociales que nos nos dejan ser quienes somos, de papeles y modos de vida que estamos abocados a repetir y a perpetuar... modos de vida que parecen ocultar lo que realmente somos, lo hermosos que somos... ¿y si no hubiera nada que ocultar?, ¿y si todo estuviera tan vacio como parece estar?, ¿y solo algunos vemos la belleza y el dolor de los adoquines y las ventanas?, ¿y si solo unos pocos, no los suficientes, estamos heridos o, al menos, lo sentimos con la fuerza necesaria?
¿Y si no somos especiales?
¿Y si no somos especiales?
El lado real, el lado verdadero de la vida, quien lo ha sentido sabe cual es, se aleja de los demás, es hermosamente doloroso e íntimo, te conecta con dios, sea éste lo que sea. No se puede compartir, es imposile, y eso nos vuelve locos. Quizás a través del arte solamente, así nos conectamos, así se conectan nuestras almas, solo a través del arte. No debemos olvidar lo que significa estar conectado, eso es lo más importante.
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